Se cree que la humanidad ha evolucionado tecnológicamente en tan sólo dos décadas lo que no hizo en dos mil años, gran parte de esta revolución tiene que ver con la digitalización de todos los servicios, entre los cuales también se encuentran los sistemas financieros y las monedas en sí.
Las monedas digitales como Bitcoin a menudo aparecen en noticias por los cambios drásticos en su valor, pero más allá de los precios que se disparan o caen en picado, la popularidad de las criptomonedas plantea preguntas sobre el futuro de instituciones financieras y la política monetaria de todo el mundo.
Algo que parecía en sus inicios casi anárquico, como lo fue la irrupción de las primeras monedas digitales y criptodivisas en general, por ser retadoras contra los sistemas establecidos, son hoy en día productos que los gobiernos quieren controlar con la creación de monedas digitales gubernamentales.
Estos "govcoins" son una nueva encarnación del dinero que tienen como objetivo principal trasladar el poder de los individuos al estado. En pocas palabras, son monedas digitales emitidas por Bancos Centrales, los más importantes del mundo, para restarle poder a Bitcoin, Ethereum o Dogecoin, y otras criptomonedas conocidas y usadas.
De alguna manera, son muy similares: imaginemos que bitcoin fuera administrado por el Banco de México y respaldado por el gobierno, sólo que en lugar de llamarme Bitcoin, se nombrara de otra forma pero que tuviera un uso similar, básicamente monedas digitales pero con “respaldo” gubernamental, lo cual les quita ese estigma de que “son malas” o viven fuera de las regulaciones de gobiernos y organismos financieros.
Las versiones electrónicas de moneda ya predominan en la mayoría de los sistemas financieros del mundo. Sin embargo, los depósitos electrónicos y las cuentas digitales que utilizan los clientes normales son administrados de forma privada por los bancos comerciales; los bancos centrales tienen sus propias reservas de dinero digital, pero en su mayoría solo le suministran a otros bancos.
Se cree que la las monedas respaldadas por el GOBIERNO y las criptomonedas privadas coexistirán por un tiempo, a pesar de que cada vez existen más barreras que tratan de limitar su uso en pos de regularlas.
Uno de los “problemas” principales que tienen las criptomonedas actuales es que no están resolviendo los problemas de pago. Es decir, en el día a día no se puede utilizar este “dinero” para solventar, por ejemplo, las deudas de una hipoteca, pagar servicios públicos o privados, o comprar en un e-commerce.
Muchos países y todas las entidades financieras de peso en el globo, saben que el futuro de los sistemas financieros y el dinero pasa por la digitalización de éste; la idea romántica de que la riqueza de los países y la impresión de billetes se respalda en oro, parece que será un cuento del siglo pasado.