Estamos en una época en donde tenemos que conservar nuestro dinero de la mejor forma, pues vivimos en un momento de incertidumbre económica. Y obviamente, buscaremos las opciones más ventajosas para nuestras finanzas. En esta ocasión, veremos las posibilidades que puedes seleccionar.
Las llamadas cuentas de ahorro se dividen en las propiamente dichas, y las cuentas de cheques. En la primera, sólo se puede acceder a tu dinero en la misma sucursal, pues su finalidad principal es permitir que el mismo se guarde de manera indefinida.
Las cuentas de cheques, por otro lado, tienen más posibilidades de uso, pero no suelen generar tantos intereses como la primera. Su principal ventaja es precisamente el uso de los cheques, que te permite utilizar fondos de tu cuenta sin tener que echar mano de tu efectivo. Si bien en esta época de transferencias electrónicas parecería no tener mucho peso, lo cierto es que puede ser más útil de lo que podrías imaginar.
Las tarjetas de débito surgieron como una simplificación de la cuenta de cheques, pues tiene básicamente las mismas funciones, pero menos complejas. De hecho, algunas instituciones otorgan una tarjeta de forma complementaria a sus cuentas de cheques, por lo que en muchas ocasiones la línea puede llegar a ser muy tenue. Pero a pesar de ser pequeñas, las diferencias son muy importantes.
Existen algunas cuentas de ahorro que combinan características de pagarés, por lo que pueden llegar a generar un margen decente de ganancias, que si se conservan durante un tiempo suficiente, pueden generar un capital importante, aunque no como los instrumentos diseñados específicamente para inversión.
Las cuentas de cheques suelen ser mucho más flexibles, y permiten hacer que el dinero circule más fácilmente, pero a diferentes niveles. Si tienes que hacer pagos de manera frecuente, y en cantidades mayores al límite usual de una tarjeta de débito, la opción de cheques es la más práctica. Si eliges una que incluya la tarjeta de débito como valor agregado, podrás tener una doble ventaja para administrar tu dinero.
La tarjeta de débito simple es más útil para guardar dinero que usarla como un instrumento de ahorro como tal. Lo mejor es destinar montos que no se guardarán durante mucho tiempo, pues está muy expuesto a la depreciación.
Un uso especialmente práctico para las tarjetas de débito, es como forma de organizarse. Por ejemplo, puedes depositar en una de ellas el dinero de los gastos indispensables como servicios, renta, colegiatura etc. De modo que lo que esté en otro sitio – que puede ser incluso una segunda tarjeta – pueda ser destinado para otros gastos sin temor a utilizar el antes mencionado.
La cuenta de ahorros es más recomendable para fondos de emergencia, o para ir creando un fondo para un negocio. De esa forma, se obtendrán algunas ganancias, menos que en el pagaré, pero tendrás más acceso al mismo.
Lo más importante en este, como en todos los casos, es saber exactamente qué es lo que requieres, pues de ese modo, podrás comparar y encontrar las mejores opciones.